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Una aproximación a Lector de cenizas*

Dionicio Morales, poeta, columnista y ensayista mexicano

Dionicio Morales

Acercarse a la obra poética de un autor que ha sido recreado, reinventado por el amoroso traductor que busca aproximarse al mundo del poeta, a su palabra, a su verdad, puede hacerse observando entre otros- un orden cronológico de los libros publicados, y con todos los asideros probables para tratar de situar con una mayor precisión hasta donde es posible su evolución; o bien la elegida por Aurora Marya Saavedra para hacernos conocer, por primera vez en español, una muestra de la obra del poeta macedonio Aco Šopov, seleccionando poemas de varios libros sin considerar orden progresivo alguno ni conjunción de temas. Este último procedimiento tiene la ventaja de descubrir, de desentrañar una poesía sin más ropaje que su absoluta desnudez y es un buen termómetro para saber si una obra poética se sostiene por sí misma y si es capaz de revelarnos la dimensión que encierra, como en este caso.

Lector de cenizas, eso somos; Leer en las cenizas, eso hacemos, como Aco Šopov. La poética de este escritor macedonio (yugoslavo) puede resumirse en el epígrafe suyo que sirve de introducción al libro: «Al descubrir una palabra / yo descubro al mundo./Descubriendo al mundo/ yo descubro una patria». Palabra, mundo, patria. En ese riguroso orden. La palabra responde a una invocación suprema donde nudos, piedras, brasas, tímpanos, arden en una sola combustión espontánea de donde nace el hilo del poema. «Leer en las cenizas» para Aco Šopov es mirarse en el espejo de la historia «desde el fondo de la oscura primavera». Pero no todo es mirar al pasado; en esa misma ceniza puede leerse la purificación de un fuego nuevo que, como el de Prometeo, será devuelto a los hombres en medio de esos mundos encontrados de que nos habla el poeta – no olvidemos la formación del nuevo estado soberano yugoslavo, con la adhesión de una parte de Macedonia.

Su palabra, su poema, su poesía entierra sus raíces en ese mundo convulsionado y horroroso que Šopov, como todos los de su raza, vive en carne propia: la guerra, que a su vez recuerda otras anteriores sufridas hace siglos por su pueblo. Y después que se sitúa en el mundo a través de la palabra, ahora sí, luego de renacer de las cenizas, de Leer en las cenizas, de escribir con cenizas, se arraiga la concepción, el sentimiento de lo que es su patria. (Aquí a la palabra patria tenemos que quitarle toda connotación demagógica).

Cuando Aco Šopov habla de su patria sabe que «en cada pueblo está un hombre/ y un sediento y apacible río». Nada tienen que ver en su poesía falsos heroísmos, discursos panfletarios, ayes quejumbrosos, ni alientos épicos que suenen a marchas triunfales; hay, eso sí, el aliento que preside toda gran poesía; asombro eterno; mira da secretísima; hay silencios, esos silencios a veces necesarios que acrecientan el significado o los significados de las palabras y de las imágenes; esos silencios que oscilan entre uno y otro verso y que nos hacen participar más profunda y solidariamente en su obra.

A diferencia de otros poetas que invocan por el descubrimiento de una simple palabra así le llama él, simple palabra y que es la palabra precisa, justa, esa que despierta al pequeño «que todos nosotros/ llevamos en la profundidad de la mirada», Šopov no implora con el pensamiento o con el corazón, sino con su cuerpo; dice mi cuerpo te implora porque sabe, cree como Kierkeggard en ese instante de eternidad que representa su paso por la tierra; de allí la fuerza, me atrevería a decir la fe, para que la palabra pueda descubrirse. Y se descubre, como en el último poema de su libro Lector de cenizas, pequeña obra maestra que nos reafirma su poética: «Si estás buscando decir aquello que no puede decirse/ sobre penas y congojas; guárdalo todo en las profundidades del silencio/ porque el silencio dir​​á lo que para ti es inexplicable».
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* Publicado en Dionicio Morales, Reencuentros, Textos de Difusión Cultural  Serie Diagonal, Coordinación de Difusión Cultural Dirección de Literatura/UNAM, México, 1990, pp. 73-75

Dionicio Morales, cuyo quincuagésimo aniversario de trayectoria literaria se celebró en México en marzo de 2016, ha sido calificado por el escritor mexicano Ignacio Trejo Fuentes, «como un ejemplo del crítico-creador, un literato superdotado que escribe poesía, ensayo, crítica de artes plásticas y literaria, un periodista cultural y reseñista destacado cuyos libros son perpetua compañía, lecciones de literatura y sobre todo de vida».

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