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Cuarta plegaria de mi cuerpo
Ahora que estás aquí, cubriendo este cuerpo como un ala de paz
tú, tan razonable, tan fríamente generosa,
déjame orar por lo que se ha ido,
porque lo que llega es para nosotros siempre una promesa radiante.
Teje las luces, este blancor encendido,
que los relámpagos tendidos en lo oscuro
enlacen ese cuerpo orgulloso y erguido hoy
como una hiedra o un látigo, poco importa.
Que sean ellas estigma inmenso, oración perpetua,
que en mi pesadilla yo me embriague de su resplandor,
porque todo cuanto se extingue en mi pasado
se transforma al fondo de mí
en claridad del nuevo día.
Aco Šopov, Noser (Небиднина), 1963
Traducción, Luisa Futoransky, Sol Negro, 2011